Cocina sin Carné

Se trata de una de mis setas favoritas, el pie violeta, o «lepista personata», y que es prima hermana del pie azul, del que ya hemos hablado. En realidad es una de las últimas incorporaciones al conjunto de mis hongos comestibles «reconocibles» (algún día publicaré la corta lista) y, por tanto, susceptibles de ser objetivo de una búsqueda. Así que, además de ser muy común en los alrededores de nuestra casa, es fácilmente identificable y sabrosa… ¿qué más podemos pedir?.

Esta lepista tiene un sombrero que puede alcanzar los 15 cm, de convexo a aplanado, carnoso y macizo, con el borde sinuoso u ondulado y un poco recogido hacia dentro, liso y de color beige grisáceo, algo pálido por desecación, pero uniforme. Tiene las láminas apretadas y ligeramente sinuosas, adherentes al pie y de color beige, a veces con matices rosáceos. Su pie es de color violeta, muy llamativo (que contrasta con el resto del carpóforo), es generalmente corto pero macizo, cilíndrico y algo bulboso en la zona más próxima a la unión con el micelio. Su carne es pálida, blanquecina, a veces con matices violetas, de olor fúngico algo fuerte, que puede contrastar con su sabor suave.

Esta especie es bastante tardía y aguanta muy bien el frío  por lo que no suele aparecer hasta el mes de noviembre, prolongándose hasta entrado el invierno. Su hábitat natural son las praderas de montaña o páramos, aunque también aparece en los bordes de los pinares, formando corros de brujas, a veces muy densos y abundantes.

Respecto a sus cualidades culinarias, yo la he probado en platos exquisitos, como en esta receta de Pie Violeta con pasas y piñones. Es una seta de carne consistente, muy agradecida en guisos. A mi personalmente, me parece una seta jugosa y con muchas opciones en la cocina.